Cuando eres responsable del cuidado de otra persona, ya sean hijos pequeños, padres mayores u otro familiar, es posible que encuentres trabas para cuidar de ti. A menudo los obstáculos son nuestras creencias y pensamientos.
Te dices:
- Es egoísta cuidar de mí y atender mis necesidades.
- No me hace falta pedir ayuda. Yo puedo.
- Soy el único responsable de su bienestar.
- Si no lo hago yo, nadie lo hará.
- Nadie cuida tan bien de mi familiar como yo…
Bueno, pues esos pensamientos son erróneos e inadecuados.
No es egoísta cuidar de uno mismo ya que al cuidarte tú y estar bien, cuidarás mejor a tu familiar. Si eres el cuidador principal, no tienes porqué enfrentarse solo a la situación. Recibir ayuda en esa tarea conlleva beneficios para todos.
No es saludable ni asumible a largo plazo asumir excesiva responsabilidad. Es necesario y bueno distribuirla. Seguro que el bienestar de tu familiar le importa a otras personas. Por eso, ellas podrán colaborar y estarán felices de hacerlo.
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